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El desaliento del desempleo

Columna de Marcela Perticará y Mauricio Tejada, académicos de la Facultad de Economía y Negocios UAH.

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Marcela Perticará y Mauricio Tejada, académicos de la Facultad de Economía y Negocios UAH.

No se pueden analizar las cifras de desempleo para el país de manera aislada, sin mirar las tendencias que se han estado marcando en el mercado laboral en los últimos años. Desde hace ya 36 meses que la tasa de desempleo se ubica por encima de los 6 puntos, con una clara (pero lenta) tendencia al alza. El deterioro de los indicadores del mercado laboral ha sido lento pero sostenido, con claros signos de escasa creación de empleo.

El que no se haya observado aún un aumento pronunciado y repentino de la tasa de desempleo (como el registrado, por ejemplo, durante la crisis del año 98), no quiere decir que el mercado laboral esté pasando por un buen período. No puede ser de otra manera, por cuanto el indicador del nivel de actividad (Imacec) tiene una tendencia claramente a la baja en los últimos doce meses. El índice mensual de vacantes muestra también un deterioro sistemático; este indicador tiene valores hoy tres veces más pequeños que hace tres años.

En la prensa se ha destacado el aumento (muy moderado, pero aumento al fin) en el empleo asalariado; pero más del 80% de este empleo es empleo público. El empleo privado no ha mostrado dinamismo en los últimos doce meses. Las tasas de crecimiento a doce meses (para aislar el componente estacional) en el último año, siguen siendo altamente positivas (en torno a 5%) para el empleo por cuenta propia y casi nulas (en torno a -1%/+1%) para el empleo asalariado, a pesar de que en algunos períodos ha habido una fuerte presión alcista del empleo público.

Si bien el aumento en la tasa de desempleo era de esperarse, preocupa la persistencia del fenómeno, por cuanto los grupos más desfavorecidos usualmente tienen pocos ahorros y activos a los que acudir frente a largos períodos de cesantía. Adicionalmente, un trabajador que lleve varios meses desempleado, ya habrá agotado también los pagos del seguro de cesantía, poniéndolo entonces en una situación mucho más precaria que en el comienzo del ciclo de estancamiento.

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