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La crisis millenial: Notas sobre un desconcierto generacional

Columna de Carla Pinochet, académica y Directora de la carrera de Antropología UAH.

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Directora Carrera de Antropología UAH. Doctora en Ciencias Antropológicas, UAM, México Antropóloga y Licenciada en Antropología, Universidad de Chile.

Tras la aparición en Providencia del joven extraviado la semana pasada, las expresiones de alivio en las redes sociales se tiñeron de sarcasmo y de desdén. Los diarios locales habían comunicado que el universitario sufría una crisis vocacional, que lo había llevado a deambular por la ciudad y a pasar las noches durmiendo en hoteles. No tardaron algunos —los de siempre— en salir a festinar con lo que calificaron como una «crisis zorrona», ironizando respecto de las condiciones privilegiadas del joven perdido.

Otros, no pudieron controlar las ganas de zamarrear al veinteañero y su escasa consideración respecto de todos quienes lo quieren y lo buscaron sin descanso. Se trataría, para ellos, de una «crisis millenial». Que fue la rabieta de un cabro chico malcriado. Que los jóvenes quieren aprender todo en una carrera de tres semestres para irse pronto a viajar por el mundo y ganar “experiencia”. Que sus crisis existenciales podrían haberse evitado con unos buenos coscachos cuando niños. Pienso que esta segunda vía de reclamos obliga a complejizar el análisis. A poner en pausa las ganas de repartir cachamales, para detenernos a mirar con otros ojos este desconcierto generacional.

Las quejas en contra de los millenial son un fenómeno tan global y masivo que bien podrían constituir un género en sí mismo. La columna que el diario El País publicó hace pocos días —Millennials: dueños de la nada— es, tal vez, su obra cumbre en el mundo hispanohablante: allí, Antonio Navalón describe a los nacidos entre 1980 y 2000 como “una generación que tiene todos los derechos, pero ninguna obligación”, y que viven sin proyectos, objetivos ni sentido de vivir. “Lo único que les importa es el número de likes, comentarios y seguidores en sus redes sociales”, agrega. La desmotivación estructural de los jóvenes sería, entonces, la causa de todos los males, incluyendo el apocalíptico arribo de Donald Trump al poder.

Ver columna completa en El Mostrador

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