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Pedro Lemebel: decir lo que no se dice

A casi tres meses de la muerte del escritor chileno, hoy siguen surgiendo reflexiones acerca de su legado literario y social. Considerado como una figura rupturista, Lemebel dio cuenta de un Chile oculto y marginal a través del lenguaje. La Doctora en Literatura, Raquel Olea, y el Director del Magister en Literatura Latinoamericana de la Universidad Alberto Hurtado, Hugo Bello, dan cuenta de esta huella.

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“Lo que nos hizo encontrarnos fueron dos historias que apenas se dieron la mano en medio de los acontecimientos. Y lo que aquí no pasó, no va a ocurrir en ninguna parte del mundo”. Esta es una de las citas de la única novela de Pedro Lemebel “Tengo miedo torero” (2001), donde habla de una historia de amor en el Santiago de 1986 entre un joven del Frente Patriótico Manuel Rodríguez que vive clandestino y la “loca del frente”, personaje picaresco de una cultura marginal. Para Raquel Olea y Hugo Bello, el personaje la “loca del frente” es el reflejo de un nuevo sujeto socio – homosexual que merece los mismos derechos, y que Lemebel instala públicamente a través de la literatura.

En el marco de un nuevo año del Magister en Literatura Latinoamericana, dirigido por el académico y Doctor en Literatura, Hugo Bello, se realizó la conferencia “Lengua Mariflor y discurso homosexual: políticas de oralidad y escritura en la obra de Pedro Lemebel”, dictada por Raquel Olea, Doctora en Literatura y profesora titular de excelencia del Departamento de Lingüística y Literatura de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago. Olea ha destacado por su larga trayectoria académica y su labor de investigadora y escritora, siendo una de las primeras profesionales que introdujo la perspectiva de género en el estudio de la literatura.

La escritora escogió la primera novela de Lemebel para ejemplificar la función del lenguaje literario que utilizaba el escritor. “La literatura anticipa, piensa algo que no está pensado y hace reflexionar, cuenta lo que se oculta, levanta preguntas y esa función es poderosa y política”. Para Olea, el extravagante escritor nacional cumple con esa función al “decir lo que no se dice, decir lo que se calla, y decir lo que se oculta”. De esto, “Tengo miedo torero” es un ejemplo.

Para Hugo Bello, la pérdida temprana de Lemebel da pie para reflexionar acerca de su tremenda herencia literaria. Esta herencia “tiene que ver con la cultura popular y con una renovación de la cultura literaria en Chile, que pocas veces se ha ido evolucionando de manera tan abrupta”. A esto se suma, según Bello, la ruptura que tuvo Pedro Lemebel con el escenario clásico de los géneros literarios, incluyendo la crónica “que es más cercana a un público masivo, en comparación con la poesía que tiende a ser más elitista”, comenta.

Raquel Olea cree que Pedro Lemebel levantó un discurso y un lenguaje que promueve la no discriminación e instalación pública de un nuevo sujeto social que merece los mismos derechos. Para ella, la forma más adecuada de mantener su legado es incluir su obra literaria no sólo en el estudio de la literatura, ni teniendo éxitos de popularidad en ventas, sino que también en la malla curriculares del sistema educativo, concluye.

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