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Gabriela Campaña, Alumni Antropología y Sociología UAH

Gabriela Campaña, Alumni Antropología y Sociología UAH: “Ya no es posible pensar la institucionalidad pública sin poner atención a las problemáticas que las comunidades levantan” Por: Patricio Aguilera Zulantay, Alumni […]

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Gabriela Campaña, Alumni Antropología y Sociología UAH: “Ya no es posible pensar la institucionalidad pública sin poner atención a las problemáticas que las comunidades levantan”

Por: Patricio Aguilera Zulantay, Alumni Periodismo UAH.

Desde los 12 años ha participado en el Conjunto Cuncumén, histórica agrupación folclórica de nuestro país. En la actualidad, aporta a la construcción de su legado a través de la investigación y la gestión cultural. Su tesis de egreso la enfocó en la Alfarería de Quinchamalí, territorio al cual ha seguido vinculada desde 2018, difundiendo las demandas ecológicas y patrimoniales. Actualmente es profesora asistente del Diplomado Gestión e Investigación del Patrimonio Cultural UAH. 

Actualmente estás centrada en investigar, proteger y relevar dos oficios que representan aquello que nos define como país: la música folclórica y la artesanía. En específico, podemos comenzar con la Alfarería de Quinchamalí, recientemente integrada por la Unesco dentro de la Lista de Salvaguardia Urgente de Patrimonio Cultural Inmaterial a nivel global. ¿De qué se trata este proyecto? 

Estoy trabajando en un proyecto que va en continuidad con mi tesis de arqueología: “La puesta en valor de las dimensiones materiales e inmateriales del Patrimonio Cultural de la alfarería de Quinchamalí” (2022). Trabajo junto a tres alfareras, Victorina Gallegos Muñoz, Flor Betancur y Gabriela García, quienes fueron muy generosas en permitirme entrar y conocer sus vidas, trabajo y formas de hacer la alfarería. Actualmente estamos trabajando en una plataforma en donde la gente pueda acceder de forma gratuita y libre a una colección permanente de 12 piezas con archivos y registros de cada alfarera. 

¿Cómo nació el interés por trabajar con las artesanas de Quinchamalí? 

Llegué a través de la representación de la cantora, persona fundamental dentro del canto tradicional chileno. En Quinchamalí me encuentro con esta representación y me voy dando cuenta que hay un desconocimiento desde la sociedad civil y privada sobre la alfarería de Quinchamalí. Esas indagaciones me permitieron problematizar cómo el desconocimiento impacta negativamente en las comunidades. 

Sería interesante analizar el patrimonio desde una mirada local. ¿Cuáles son los impedimentos que deben enfrentar en Quinchamalí para la protección de su oficio?

Es importante entender que no podemos separar conceptualmente al patrimonio material e inmaterial. Se van recreando. Por ello, creo que las necesidades locales deberían estar enfocadas en el resguardo de la materias primas, porque en los territorios rurales es donde hay más conflictos medioambientales. Por ejemplo, en Quinchamalí: las chancadoras, las forestales, las empresas que extraen materiales del río, la Celulosa Arauco. Son muchos los conflictos ambientales que son invisibilizados y que afectan la vida de las personas. 

En ese sentido, ¿cómo se debería construir un plan de  resguardo y protección? 

La política pública debe poner atención, escucha y mirada a los diálogos, relatos y a las problemáticas que la comunidad levanta, Ya no es posible pensar la institucionalidad pública sin poner atención a las problemáticas que las comunidades levantan. 

Por otro lado, te has propuesto comprender la historia social y política de Chile a través de la música. En específico, de la Agrupación Cuncumén. ¿Nos podrías comentar su relevancia histórica?

Cuncumén es un conjunto folclórico que inicia en 1955 bajo el alero de la maestra Margot Loyola Palacios, quien viene con una rica formación y entendimiento de las tradiciones del campo, en paralelo de lo que hacía Gabriela Pizarro, Violeta Parra. No solo es la expresión de un canto, sino de las diversas manifestaciones y prácticas de las culturas tradiciones. Por ello, desde esas manifestaciones como la reforma agraria, el golpe militar, la caída del golpe, hoy la música nos va hablando de distintos momentos históricos en los que se ha ido posicionando. 

¿Qué proyectos estás desarrollando en esta agrupación? 

Soy integrante del conjunto desde 2015. He podido investigar, a través de distintos proyectos, la trayectoria e importancia que tiene Cuncumén para la memoria musical de Chile. El último fue la construcción del archivo del Conjunto Cuncumén, el cual nos ha permitido digitalizar fotografías y recortes de diario; un gran aporte para que el público pueda acceder de forma gratuita y libre a este contenido, y así contribuir a que Cuncumén sea parte de la historia. 

¿Por qué elegiste trabajar con estos dos proyectos? 

Han sido compromisos con el territorio y que son coherentes con mi propia historia. Soy integrante desde 2015 del Conjunto Cuncumén y desde los 12 años fui cuncumenita. Así mismo, Quinchamalí es parte de mi biografía desde 2018. Para mi es importante lograr esta profundización, que nunca se agota, porque somos humanos y humanas en constante generación de conocimiento y experiencias. Poder ser una profesional con distintos manejos y técnicas que puedan aportar a las realidades sociales en las que me desenvuelvo.  

Actualmente eres asistente del Diplomado Investigación y Gestión del Patrimonio Cultural UAH, pero tu vínculo con la universidad viene desde mucho antes. ¿De qué forma la UAH ha influido en la construcción de este camino profesional y personal? 

Es mi cuarto año en el Diplomado, en el que he podido generar una continuidad en lo académico, y me gustaría seguir desarrollando y aportando a los desafíos de los estudiantes en el diseño, investigación, personal y profesionalmente. La UAH me entregó elementos técnicos muy importantes en mi formación, en el compromiso con el trabajo, en la ética de trabajar con las personas. Desde el momento en que entré a la universidad, participamos con mis compañeros/as en la organización estudiantil, en las marchas de 2011 y todo eso fue muy importante para mi formación. 

Desde tu propia experiencia personal y profesional, también me parece importante  destacar el rol que ha tenido la mujer en la construcción de este legado.

La mujer en la cultura tradicional siempre ha tenido un rol fundamental en la conservación y transmisión de conocimiento. Son multifacéticas, tienen diversos roles, y al estar en un contexto rural, siempre han sido invisibilizadas y muchas veces menospreciadas. Ahora hay una lógica de más empoderamiento, pero falta mucho trabajo. En el caso de las artesanas de Quinchamalí, tenemos que  generar mayores herramientas para que estas mujeres sepan lo que valen y que pueden hacer todo lo que desean. Porque ya lo hacen, pero siguen invisibilizadas en todos sus trabajos. 

En estos 25 años de la Universidad Alberto Hurtado, el nuevo lema es “Universidad para el bien común”. ¿Cómo definirías este concepto? ¿Qué reflexión te genera?

El bien común es un motor para mi ejercicio profesional; es lo que me mueve. Poner a disposición mis herramientas y conocimientos para establecer acuerdos, avanzar. Eso me hace mucho sentido: que haya un trabajo y un compromiso personal. Es importante seguir el instinto, el corazón. 

 

 

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