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Andrea Hurtado Quiñones, la encargada de consolidar la Dirección de Género en la UAH

Con una extensa experiencia de escuchar y conocer la realidad del acoso en las trayectorias universitarias de las mujeres, la socióloga Andrea Hurtado se suma a la Universidad Alberto Hurtado: “El género y el feminismo se convierte en una piedra en el zapato para muchos, pero son unos lentes que permiten hacer una sociedad más digna”.

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¿Qué tenemos que saber de Andrea Hurtado Quiñones? Que es socióloga de la Universidad Santo Tomás de Colombia con más de quince años en experiencia en temas de género y diversidad sexual. Que fue directora de la Dirección de Género, Diversidad y Equidad en la Universidad de Santiago de Chile y que fue elegida en este nuevo cargo en un concurso público con más de cien postulantes.

Parte de su historia e interés por los temas de los derechos de la mujer surgen desde los 18 años cuando se involucró en comprender los movimientos sociales femeninos y como buena lectora, construyó su mirada teórica del mundo con autoras como la historiadora feminista Joan Sccott: “Para mí sigue siendo un lugar  a donde siempre vuelvo porque considero que no entender la perspectiva de género desde la política es perder la capacidad de esta categoría de análisis”, dice.

Andrea Hurtado Quiñones llega a la Universidad Alberto Hurtado este 2021 luego de un viaje largo por países como Paraguay y Argentina donde trabajó en cárceles femeninas, y en organizaciones barriales con  campesinas y mujeres indígenas. De eso hace nueve años hasta que arribó a Santiago de Chile a sumarse a la academia que recién se iniciaba a conversar de equidad de género, una situación que reconoce impensable cuando ella era estudiante. En ese camino se consolidó y dio como resultado un ensamblaje cultural que la hace una figura reconocida dispuesta a trabajar con todos los estamentos de la UAH: “Vengo a esta Universidad a construir un nuevo camino”, enfatiza.

-¿Qué política piensa implementar?-

– En términos internos tiene que ver con la consolidación de una política de género que dé cuenta de cada una de las áreas estratégicas del quehacer universitario, desde la docencia, la investigación, la gestión, la vinculación con el medio, hacerla parte del organigrama de la Universidad  con un fuerte componente de gestión universitaria y en ese sentido la idea es incidir y permear la lógica de la perspectiva de género en distintas unidades transversales: pienso en comunicaciones, en cómo nos adelantamos a los nuevos criterios de género que se van a incorporar en la acreditación y en cómo potenciamos la vinculación con el medio y la extensión universitaria. Este no es un trabajo de cero porque la universidad sin tener una dirección de género, ya tiene un montón de trabajo que se hace en los centros de investigación de las facultades, con las representantes del consejo académico, con la secretaría de género y sexualidades por parte del estudiantado. Creo que ya existen muchas semillas puestas en distintas instancias de gestión, no es inventar de cero, vamos a poner una visión estratégica para avanzar como Universidad.  

-En cuánto a los desafíos más específicos: ¿Qué tiene en mente?-

-En los días que llevo en la dirección tengo claro que la política la deberíamos definir con la comunidad y que debemos fortalecer todo lo que tiene que ver con la revisión de los protocolos de acoso, las atenciones y la reparación de las víctimas de las situaciones asociadas a la violencia de género. Creo que es muy valorable que la Universidad tenga un equipo de trabajo previo que se ha hecho cargo de las temáticas de violencia asociada al estamento estudiantil, ese es un trabajo arduo donde hay una experiencia consolidada. La violencia hace que todos los protocolos sean perfectibles porque cambia en sus manifestaciones todos los días y nos hace generar procesos de autoevaluación constantes y creo que tener un equipo humano que dé cuenta de estas situaciones hace que no se empiece de cero, si no que refrescar este proceso dentro de lo posible. 

-La política de género en la academia es un tema relativamente nuevo no solo en Chile sino a nivel mundial.  

-Así es, no hay experiencias tan exitosas, así que vamos a construir un camino en conjunto con los planteles del  CRUCH y con otras universidades y de acuerdo a las condiciones y a la cultura organizacional de esta Universidad y ver en qué podemos aportar al discurso público del sistema universitario.

-¿De qué depende el éxito de una política de género en un contexto universitario?-

-De la participación de los diversos actores y estamentos porque en el fondo, no es responsabilidad individual. Es un trabajo  colectivo que necesita nuestra experiencia y también porque no sólo construimos académicamente el género, sino que lo construimos con nuestras vivencias, con nuestras historias de vida, con lo que nos molesta y con lo que nos gusta.

El género y el feminismo se convierte en una piedra en el zapato para muchos, pero son unos lentes que permiten leer la realidad de otra forma y que nos hace hacer una sociedad más digna, más inclusiva y porque las mujeres y las disidencias sexuales no son lo mismo, no podemos poner en una misma bolsa la etnia, los privilegios o las posibilidades y las apuestas que hemos logrado en nuestras trayectorias. Es interseccional este camino por eso es complejo.

-La situación en la Universidad es muy parecida a la del país. ¿Y un estudio de la U. de Chile dice que un 16% de las mujeres han sufrido acoso en sus trayectorias académicas? ¿Cómo evalúa esta realidad?-

-En la Universidad de Chile es de 16%, pero a nivel país se habla de que 1 de cada 3 mujeres hemos vivido situaciones asociadas a la violencia y esto aumenta sustancialmente y si pensamos que la Universidad es una burbuja que representa lo que ocurre en la sociedad en general no debería ser menos. ¿Cómo trabajamos desde estos parámetros? es una pregunta que tenemos que resolver  y que está en construcción y que la dirección de género tiene que participar en esa instancia reflexiva y que no está respondida por ninguna universidad tampoco. Aquí se mete la sutileza de lo académico, hablamos de equidad, de igualdad de la mujer, pero dónde ponemos las disidencias sexuales, qué significa ser lesbiana, mapuche y estar en una silla de ruedas en un contexto universitario,  qué identificación prevalece. No somos una Universidad muy grande pero si compleja, con un universo crítico y lo necesitamos para construir un camino sustancial casi como un proceso constituyente pero interno.

-Se nos cruza una pandemia y el acoso ahora es virtual: ¿Está de acuerdo con la implementación de manuales antiacoso?- 

-En el 2018 la P. Universidad Católica sacó un manual de convivencia, yo nunca he estado muy de acuerdo en generar estas instancias porque el acoso y los abusos de poder tienen matices muy distintos dentro de cada contexto. Puedo pensar que no es adecuado tener  un grupo de wasap con los estudiantes, pero en pandemia lo hemos hecho porque es la única forma de comunicarnos. Creo que es importante instalar una reflexividad de género que es distinto a generar normas cerradas o estrictas porque la realidad es mucho más compleja y si la encasillamos perdemos la potencia de las relaciones.

-¿Usted ha dicho que el acoso entre académicos y estudiantes es más fácil de identificar, pero qué se hace cuando ese entre pares?-

-Cuando es entre los mismos estudiantes es necesario que exista un debido proceso en los procedimientos que den cuenta de investigaciones sensatas y bien hechas para avanzar en esa línea y para que la violencia no se coma los procesos preventivos y formativos que podamos generar.

-¿Y a nivel de Estado cómo ha sido su experiencia en el diálogo con las autoridades en materia de igualdad de género? –

– Ha existido de forma intermitente de acuerdo a quien está en el ministerio o en el Servicio de la Mujer y la Equidad de Género. Actualmente hay un diálogo con la ANID pero no es un proceso sistemático y en muchos casos ha sido propiciado por las mismas universidades. Yo recuerdo en el 2015 estar sentada con Carmen Andrade de la Universidad de Chile, juntas en la división de género del Mineduc, unidad que estaba recién armada y ahí las estudiantes nos pusieron el problema en la cara porque surgieron las primeras denuncias y con distintas manifestaciones como paros y tomas y desde esa reunión la agenda de género avanzó en diez años. Y a partir del 2018 avanzó a nivel político y las instituciones del CRUCH hemos fortalecido nuestra estructura organizacional y consolidar políticas desde distintas instancias.

-¿Cómo cuáles?-

-Hoy no podemos decir que no incorporamos perspectiva de género en los curriculums, aunque en el  álgebra no haya mucha bibliografía femenina, se puede hacer. Necesitamos seguir avanzando en las metodologías, didácticas y perfiles de egreso que den cuenta de la diversidad y eso también es incorporar en el currículum una política de género.

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