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Culturas de excelencia: la ciencia más allá del paper y la academia

Entre los autores del artículo, publicado en Ciper Académico, se encuentra el académico Juan Manuel Garrido,
Doctor en filosofía de la Universidad Marc Bloch (Francia). Profesor titular del departa-mento de filosofía de la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Director del proyecto ANID-PIA SOC180039 sobre producción de conocimiento en Chile contemporáneo. Inves-tigador responsable del proyecto Fondecyt 1210091: “Concepts, causal connections, and testable predictions in experimental neuroscience.

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Fuente: Ciperchile.cl

Juan Manuel Garrido, Director del Doctorado en Filosofía

La excelencia es la meta de las más prestigiosas organizaciones de investigación a nivel mundial. Se trata de la demanda por hacer las cosas al máximo nivel de calidad posible, respondiendo a las más altas exigencias éticas, técnicas y creativas. A nivel global, estas exigencias se materializan en la calidad de investigadores, inversión en tecnología de punta, diseño de investigación por curiosidad (blue sky research),[1] implementación de innovaciones, y en la publicación de resultados experimentales en journals de alto impacto.

Chile no se ha quedado atrás en esta materia, como ha destacado recientemente el ministro Dr. Andrés Couve, a propósito del rol y los desafíos de los centros de excelencia durante la pandemia (Couve, 2021)[2]. En la actualidad, el Estado es la principal fuente de financiamiento en investigación y desarrollo (I+D) de excelencia, y desde fines de la década del 90’ ha impulsado la creación de Centros de excelencia, tales como FONDAP, CORFO, FONDEF, Centros regionales e ICM. Solo este último instrumento público ha invertido un total de $141.716.011.960, logrando implementar 101 Centros de excelencia a lo largo del país (Datos ANID PIA SOC 180039).

Según un estudio reciente, los actuales Centros Milenio (en total 14 institutos Milenio) han reportado una rentabilidad social promedio de $2.653 millones de pesos.[3] Más importante aún, la inversión en Centros de Excelencia ha contribuido a aumentar la oferta laboral para profesionales, ha diversificado las posibilidades de experiencias formativas y, sobre todo, ha incrementado la productividad científica y tecnológica del país, situando a Chile en el cuarto lugar en producción de conocimiento avanzado en América Latina y dentro de los cincuenta países con más producción académica a nivel mundial (SCIMAGO, 2021).

Pero, ¿cómo se ha entendido la excelencia en nuestro contexto? ¿Qué indicadores definen hoy la excelencia de la producción de conocimiento en Chile? ¿Cuáles son los límites actuales de estos indicadores y hacia qué aspectos o dimensiones es necesario avanzar? En esta columna presentamos la noción de “culturas de excelencia” como una estrategia para fomentar la participación de la actividad científica en distintas esferas de la sociedad, y valorar así sus diversas dimensiones…

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