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Diario en pandemia reúne relatos de estudiantes del programa de intercambio de la UAH

¿Cómo vivieron los jóvenes el encierro de la pandemia? ¿Qué sintieron? ¿A quién le pidieron ayuda en los momentos más complejos? El ramo “Competencias interculturales para mejores sociedades” del programa de intercambio de la UAH, invitó a los alumnos a expresar sus vivencias y, en ese ejercicio, resultó una hermosa compilación de relatos publicada en el libro “Diario de un mal año extraordinario. Voces y miradas desde el encierro”. Aquí la alumna mexicana, Aida Hernández, describe cómo enfrentó la incertidumbre instalada por el contagio del Covid 19.

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El miedo, la rabia y el deja vou fueron los sentimientos de vulnerabilidad que más repitieron los jóvenes durante el encierro derivado de la pandemia del Covid 19. Así lo cuenta la primera edición del “Diario de un mal año extraordinario. Voces y miradas desde el encierro”, escrito por seis alumnos de la Universidad Alberto Hurtado durante dieciséis semanas de la segunda mitad del 2020.

Esta inédita compilación reúne detalles íntimos y reflexiones universales de los universitarios que construyeron a partir de la invitación del ramo “Competencias interculturales para mejores sociedades”, un Optativo de Formación General (OFG) a cargo de la Dirección de Cooperación Internacional y de la profesora del área de formación general en cooperación internacional UAH, especialista en la enseñanza de español para extranjeros y en literatura mexicana, Rosana Ricárdez.

Los estudiantes extranjeros que publicaron son de México y Argentina. Una de ellas es Aida Hernández de 22 años, oriunda de Zapopan Jalisco. Aida estudia psicología y cuenta que a pesar de la pandemia decidió realizar un intercambio estudiantil en la UAH. Se inscribió recomendada por el encargado de internacionalización de la Universidad Marista de Guadalajara en México, Juan Pablo Quiroz, quien describió a la UAH como un reto lleno de aprendizajes. “Este intercambio me interesó para conocer otros lugares de Latinoamérica y encontrar las similitudes que hacen a los países únicos”, comenta. Pero, ¿Lo pudo hacer desde la virtualidad?: “La experiencia fue más enriquecedora de lo que esperaba porque el acercamiento cultural y social no sólo fue con Chile, lo tuve también con Argentina y Perú”, dice.

Por otro lado, ser una de las autoras de este libro en un momento histórico inigualable se convirtió en un tremendo desafío: ¿Cómo empiezo? ¿Qué cuento de mí? ¿Puede mi relato ayudar a otros? Fueron las preguntas que rondaron en su cabeza antes de aceptar su vulnerabilidad y lanzarse a construir su historia alejada del narcisismo y muy cerca de ser un espejo de miles de otras vidas en Latinoamérica. Su relato parte identificando el miedo como la emoción más fuerte y luego se explaya para describir problemáticas sociales como la violencia contra la mujer durante el encierro, el colapso del sistema capitalista, la crisis económica que derivó en desempleo y la sanitaria que colapsó a los hospitales y al personal médico, también le dio un espacio a la soledad de la enfermedad y hasta escribió una carta dedicada a la pandemia. En la página dieciséis que corresponde a la semana veintisiete del encierro, Aida escribió: “Hace unos días mi madre dijo que tenía miedo. También en mi hermana he visto miedo, pero es diferente, es miedo por aquellos que quiere. Creo que es lo que las mantiene dentro de casa. En mi caso es diferente, no identifico un sentimiento de miedo igual al suyo, pero lo entiendo y entender es parte de lo que me hace quedarme. Me pregunto ¿quiénes sentirán miedo? Y también, ¿quiénes tienen miedos más grandes? ¿quiénes tienen otros miedos? No sé contestar, no soy otra persona aparte de mí, pero es curioso cómo, cuándo reflexionamos muchas veces, tomamos otros papeles; realmente no los tomamos solo pretendemos tomarlos. Entonces imagino a los que temen no al virus sino a la crisis económica que les llegó por esto, imagino a quienes le temen más a su casa que a otro lugar”.

La riqueza de lo cotidiano

-Escribir siempre es un proceso. ¿Qué recuerdas del momento cuando empezaste tu relato? –

-Suelo ser algo perfeccionista, entonces al inicio escribía algo y borraba pedazos que no me gustaban. Después dejé que las palabras fueran surgiendo de manera más ligera y espontánea. Me fue difícil decidir también qué cosas de mi vida personal quería compartir. Entonces cuando comencé a verlo como algo para mí, se volvió más fácil y me dejé ser vulnerable. Al inicio estaba constantemente buscando cosas muy rescatables de mí día hasta que me di cuenta que en la cotidianidad y en los hechos que se repetían se encontraba lo colectivo y que escarbando en estos lugares las personas podrían conocerme un poco más.

En el capítulo Reflejos del colapso describe por qué el capitalismo es una de las causas de esta pandemia global. “Para mí, el inicio de la pandemia fue un grito de que la forma en que funcionan las sociedades solo beneficia a unos pocos. Y muchos piensan que hay que hacerlo mejor, hay que tener mejor equipo médico, hay que tener más y más hospitales. Yo pienso que no se trata exactamente de esto, sino de hacer las cosas de forma diferente. Muy al inicio del año tuve que leer textos que hablaban sobre una crisis civilizatoria. Hace mucho tiempo que no sentía que entendía tanto los mecanismos que hacen que existan grandes desigualdades”.

– ¿Qué fue lo bueno y lo malo de la pandemia y por qué tu relato puede representar la vivencia de otros jóvenes? –

-Lo malo fue el aislamiento y la distancia que implicó no estar con otros de la misma manera, también el miedo y la angustia de que mis seres queridos se enfermaran y el pensamiento de que esto podría depender de mí. Más tarde comencé a sentir que era un sacrificio estar en mi casa y nació el concepto de responsabilidad social y luego el reconocimiento que muchos pasaban por lo mismo con sentimientos similares. El comenzar a ver lo colectivo no solo en los espacios de compartir sino reflejado en mi individualidad, también el verme y estar conmigo fue un aspecto positivo. Finalmente, la posibilidad de volver a las memorias, de resignificar lo que sucedió y de generar aprendizajes a partir de esto, me parece que eso sucederá cuando vuelva a leer las palabras que escribí hace un año.

– ¿Qué te pareció la iniciativa de este libro porque no estaba en tus planes? –

-Me pareció una manera muy bella de compartir, de generar algún impacto y también muy motivante para quienes formamos parte del curso, para la profesora Rosana Ricárdez, para la Universidad y para quienes formaron parte de este proyecto, el hacerlo entre varios también fue otra manifestación de la colectividad y de la vivencia conjunta de esta pandemia.

El resto de los autores son Arellis Estefanía Rodríguez, Carla Carreño, Chiara Buen Abad, Gustavo Arévalos y Jennifer Ibaceta y la publicación está dedicada tanto a los alumnos que participan en ella como a los familiares y amigos que ya no están.

La Dirección de Cooperación Internacional de la Universidad Alberto Hurtado (DCI) ofrece el seminario “Competencias interculturales para mejores sociedades”, que busca entregar herramientas para la adaptación académica y laboral en diversos contextos culturales. Tiene la duración de un semestre y es el comienzo de la sensibilización de los alumnos frente a otras realidades que, en muchas ocasiones, son distintas a las suyas.

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