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Jorge Larraín, académico emérito de la UAH “La Sociología en Chile ha adquirido su mayoría de edad”

En el marco de la celebración de los 20 años de la carrera de Sociología en la UAH, el sociólogo y académico emérito de nuestra Universidad, doctor y magíster en Sociología de la Universidad de Sussex, Inglaterra, comparte su experiencia como fundador de la carrera hace dos décadas y hace hincapié en el rol crítico que debe tener esta ciencia social en la actualidad. 

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“Hay que tomar en cuenta que cuando yo empecé a estudiar esto en los años 60, era una cosa muy nueva, apenas existía, había apenas una sola carrera en Chile que había sido recién creada en la Universidad Católica. Era muy novedoso aquí si bien en Estados Unidos había empezado antes y había existido desde el siglo XIX en Europa”, aclara. 

Para Jorge Larraín estos 20 años no han pasado en vano para la Sociología en nuestro país,  y para él hoy día es una ciencia social muy establecida, “la Sociología en Chile ha adquirido su mayoría de edad, es aceptada, los sociólogos en general son contratados por su calidad profesional incluso en los ministerios, es decir la Sociología es algo que se ve útil no sólo porque entrega herramientas de investigación las que son muy útiles para averiguar cosas sobre todo cuando tú tienes que realizar políticas públicas y ese tipo de cosas, sino que además por los instrumentos que te entrega de comprensión de la realidad,  de la sociedad y de sus antagonismos”.

-¿Cuál es el rol de la sociología hoy?

“Los sociólogos pueden ayudar a dar miradas importantes sobre formas de resolver algunos problemas. La sociología no tiene ni una clave mágica para arreglar nada por sí misma pero sí puede ayudar en esos procesos. La Sociología nació como algo que buscaba entender las grandes transformaciones que habían ocurrido en Europa y creo yo que tienen que continuar haciendo eso también en nuestro país hoy: preocuparse de las grandes transformaciones que ocurren aquí, darles una explicación y no atomizarse en pequeñas investigaciones de encuestas y qué dicen sobre la popularidad del presidente o lo que le gusta a los chilenos. Eso también hay que hacerlo y los sociólogos tienen herramientas, saben cómo hacer encuestas, pero es necesario también dar cuenta de la totalidad, hacia dónde vamos, cuáles son los conflictos que mueven a la sociedad. Por eso, considero que la Sociología tienen una gran vigencia actualmente, pero debe entregas una perspectiva más global sobre los problemas de la sociedad. La sociología puede y debe decir algo en función de los problemas mayores”.

-¿Y cuáles son esos problemas que la Sociología debería abordar en el Chile de hoy?

Cuando yo diseñé la carrera de Sociología en la UAH, ya tenía la idea de que en la sociedad chilena había una serie de conflictos, antagonismo o problemas a los que se les daba poca importancia, como los problemas étnicos, raciales que tienen que ver con pueblos originarios, la consideración del rol de la mujer en la sociedad –la así llamada Sociología de género-, los conflictos migratorios, los antagonismos que se dan en torno a la sexualidad, etc. En general cuando yo llegué de Inglaterra, en casi ninguna carrera de Sociología en Chile se enseñaba nada que tuviera que ver con una sociología de género, que tomara en cuenta la problemática de la mujer, su lucha, el feminismo, etc. Yo creo que la carrera nuestra fue la primera que trajo una profesora de Sociología de género, Teresa Valdés.   

-¿Es Chile un país machista?

Sí, lo es. Nosotros los hombres hemos sido educados por mujeres que también contribuyen al machismo, pero con menor responsabilidad que la de los hombres. La buena madre chilena protege a su hijo varón para que no haga labores domésticas, y con eso logra producir al hombre que no sabe cocer un huevo o que no ha hecho una cama en su vida. Entonces eso no da buenos resultados y es muy injusto. Es muy distinto en otros países donde las mujeres toman más responsabilidades en la labor de formar a sus hijos para una vida en la que hay que compartir las tareas de la casa. Y no solamente está eso, sino que también el hecho de que le paga menos a la mujer, se le cobra más por la salud. Todo eso era necesario estudiar y cuando llegué a Chile la Sociología no se preocupaba de eso, no era un problema. Yo empecé a crear conciencia de que existía un problema y de que había una sub especie de Sociología así como hay sociología económica, sociología política, sociología cultural, también hay una sociología de género. Y eso se puede enseñar, hay grandes autores feministas que han escrito, entonces es un área importante de la sociología”.

-¿Qué pasará con la crisis que están viviendo las principales instituciones de nuestro país?  

“Yo soy optimista, yo creo que con estas cosas que han sucedido se sufre bastante y las instituciones tiemblen mientras está pasando, pero ciertamente esto tiene que contribuir a la transparencia, a que las cosas funcionen mejor. Estoy seguro de que en el caso de la Iglesia Católica todo va a contribuir a que no siga existiendo el abuso y van a tener que revisar qué pasa en los seminarios, qué controles psicológicos hay, por qué estas personas eligieron el sacerdocio para esconderse. Pienso que las cosas son muy sutiles, hoy día mucha gente se escandaliza.  La gran pregunta que se hacen todo ¿cómo no se dieron cuenta? Y es cierto, creo que la pregunta es legítima, el problema no es tanto que no se dieran cuenta, sino que los indicios que hubo, porque sí los hubo, no se interpretaron. Sospechábamos poco y el temor reverencial que teníamos nos impedía ser un poco más críticos y más investigadores de las cosas. Lo mismo pasa con las corrupciones de platas, tienes gastos reservados, y nadie se atrevía a cuestionar. No sabíamos cómo verlo, ni era el tiempo para verlo. Hay que entender que todas las cosas tienen su tiempo, uno no se da cuenta de todas las cosas malas que pasan alrededor. Hay cosas en que hemos avanzado y   cuando la sociedad madura se transparenta todo. Por eso yo soy un optimista porque yo prefiero que se transparente todo y se sepa porque eso va a contribuir a arreglar muchos de estos problemas y a exigir un estándar ético mucho mayor en las relaciones políticas, en el financiamiento compartido, en lo de la iglesia, en los abusos contra la mujer, etc”.

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