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“Preguntas incómodas para las escuelas de negocios” por académica Marcela Mandiola

La académica de la Facultad de Economía y Negocios, Marcela Mandiola, cuestiona a la educación que reciben los profesionales que toman las decisiones en empresas y el Estado.

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La crisis sanitaria, social y económica que vive nuestro país ha evidenciado la preminencia de ingenieros e ingenieras comerciales en diferentes responsabilidades del gobierno público y privado. Es de conocimiento popular que aquello ha sido objeto de burlas y descalificaciones más que de aplausos o reconocimientos. Una circunstancia así no debiera dejar indiferente a las escuelas de negocios que forman y certifican a aquellos profesionales. No obstante, nuestra comunidad académica aparentemente prefirió optar por aquello de ‘a palabras necias, oídos sordos’. Las palabras podrán ser consideradas necias, pero una comunidad que se dedica a la construcción y diseminación de conocimiento nunca debiera hacer oídos sordos.

Al criticar el desempeño de los y las ingenieros comerciales ¿qué se está criticando? Es lo que desde las escuelas de negocios debiéramos preguntarnos. La broma más generalizada ha tenido que ver con que cualquiera sea la necesidad, la ingeniería comercial podría resolverla. Ese es justamente el punto, de hecho, la gestión profesional sostiene seriamente ser capaz de abordar cualquier desafío: cuando todos los problemas son un clavo, la solución siempre es un martillo. En otras palabras, para la disciplina administrativa, todos los problemas no son más que un desafío de asignación de recursos bajo los principios de la eficacia y la eficiencia en pos de salvaguardar la mejor productividad. Si la organización no se orienta al lucro, no es relevante, siempre se espera que produzca excedente que pueda ser reinsertado en la cadena sinfín de la racionalidad instrumental.

Si bien, la enseñanza de la gestión se remonta a fines del siglo XIX en el Norte Global, no fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial que adquirió la arquitectura que hoy le conocemos. En un intento por darle estatura académica a su práctica, la naciente AACSB (American Association of Collegiate Schools of Business) encargó, a fines de los 50, dos grandes estudios que indicaron la necesidad de anclar su enseñanza en la economía neoclásica y su predilección por el modelamiento matemático positivista. Con ello se inauguró la etapa tecnocrática de la gestión sostenida en justificaciones científicas…

Marcela Mandiola, académica Facultad de Economía y Negocios

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