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Sindicatos en tiempos de crisis: reviven pero son ignorados por la autoridad

La crisis del Covid-19 ha dejado en evidencia las precarias condiciones de trabajadores y trabajadoras y la falta de reconocimiento de las organizaciones sindicales cuando se trata de discutir la política laboral, plantea el autor de esta columna Pablo Pérez Ahumada.

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La crisis del Covid-19 ha dejado en evidencia las precarias condiciones de trabajadores y trabajadoras y la falta de reconocimiento de las organizaciones sindicales cuando se trata de discutir la política laboral, plantea el autor de esta columna. Constata, sin embargo, que los niveles actuales de filiación sindical son los más altos de la historia reciente.

Contrario a quienes por décadas sostuvieron la idea del “fin de los sindicatos”, los primeros años del siglo XXI han sido testigos de una revitalización sindical importante (Chun, 2009; Frege y Kelly, 2004). En países como Argentina y Uruguay, esta revitalización fue observada en el renacimiento de movimientos sindicales capaces de superar su condición de fragmentación y de transformarse en actores clave en la formulación de políticas redistributivas empujadas por gobiernos de centroizquierda (Etchemendy 2019). En otras partes del mundo, la revitalización sindical ha podido observarse en el uso de estrategias y formas de organización que, a diferencia del sindicalismo clásico del siglo XX, han superado las demandas ancladas puramente a la negociación colectiva (Chun 2009; Frege y Kelly 2004; Rhomberg y Lopez 2020). Ejemplo de ello es la construcción de alianzas entre sindicatos y otros movimientos sociales, así como el desarrollo de campañas como la de “Fightfor$15” (“Lucha por los $15”) en Estados Unidos, gracias a la cual se ha logrado aumentar el salario mínimo en diversos estados de dicho país.

En Chile, desde mediados de la década pasada, se empezó a ver un incremento sustancial de la actividad sindical. Luego de más de una década de desmovilización, los años 2006 y 2007 estuvieron marcados por huelgas lideradas por trabajadores/as subcontratistas del sector primario. Años más tarde, entre 2011 y 2018, fue posible observar fenómenos similares en las exitosas huelgas y movilizaciones llevadas a cabo en los sectores portuarios y de la educación e incluso en sectores con poca experiencia organizativa como el retail (Bank Muñoz 2017; OHL 2016; Santibáñez y Gaudichaud 2017).

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