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Leer en la cárcel  

Alumnos de la UAH implementaron talleres de lectura en la Cárcel de Alta Seguridad y la Cárcel Femenina de Los Andes. Aquí cuentan lo más complejo que tuvieron que enfrentar, experiencia que los lleva a representar a Chile en el próximo seminario de Aprendizaje y Servicio Solidario que se realizará en Argentina.

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Ender Andrades y Trinidad Córdova estudiantes tercer año de Gestión de Información, Bibliotecología y Archivística.

Ender Andrades y Trinidad Córdova estudiantes tercer año de Gestión de Información, Bibliotecología y Archivística.

Ender Andrades (24) y Trinidad Córdova (21) son alumnos de tercer año de la carrera de Gestión de Información, Bibliotecología y Archivística de la Universidad Alberto Hurtado, que representarán a Chile y a la Universidad en el 21° Seminario Internacional “Aprendizaje y Servicio Solidario”, en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Fueron elegidos porque ambos participaron del curso Fomento Lector, un electivo del programa Aprendizaje y Servicio de la Universidad Alberto Hurtado, impartido por la Licenciada en Literatura, Magíster en Gestión Cultural y además socia y creadora de Lupa Consultoras, Fernanda Arrau.

Los jóvenes implementaron talleres de lectura que se ajustan al Programa de Bibliotecas en recintos penitenciarios que se implementa en Chile desde el 2015 gracias a la alianza entre Gendarmería y la Dibam.

Ender Andrades implementó el taller de Fomento Lector Audiovisual en la Cárcel de Alta Seguridad de Santiago y María Trinidad Córdova el de Fomento Lector en la Cárcel Femenina de Los Andes. El objetivo era potenciar el hábito de lectura para mejorar la calidad de vida de los internos. ¿Lo lograron? ¿Qué complejidades encontraron en el camino?

Las dos cárceles chilenas eran muy distintas por el perfil de los internos: por un lado los presos de la Cárcel de Alta Seguridad están recluidos por delitos de alta connotación pública, algunos condenados de por vida, muchos presos políticos de alto nivel cultural, con fuertes hábitos de lectura, mientras que en la Cárcel Femenina de Los Andes a las mujeres no les interesaba leer y tampoco tenían ganas de participar en una actividad.   

Según explica Ender Andrades, el taller se realizó en tres sesiones de dos horas cada una, donde el enfoque fue elegir temas de conversación como diversidad, respeto, historia y deporte.

“Lo que queríamos hacer era que  a partir de la exhibición de un cortometraje conversáramos de alguna de estas temáticas y de ahí recomendar una lectura”. Pero, enfrentar el grupo no fue fácil. Primero hubo que romper el hielo porque los internos mantuvieron la distancia todo el tiempo. “Me miraban como diciéndome ¿Qué nos van a enseñar ustedes a nosotros?”, dice Ender.  

Esa actitud, el silencio y el no diálogo tuvo que ser manejado por el estudiante: “Ellos sabían que era un curso de la Universidad Alberto Hurtado, que no era un voluntariado, pero no por el hecho de ser universitario no sabemos cómo enfrentar la realidad. En un momento les tuve que decir que sabía lo que era estar preso, porque mi tío abuelo estuvo 25 años en la cárcel”, cuenta Ender. Reacción que bajó la tensión y dio pie a que en los siguientes encuentros todo fluyera mejor.

Por otro lado, el contexto que le tocó enfrentar a María Trinidad fue absolutamente opuesto, las mujeres de la Cárcel Femenina de Los Andes pasaban todo el día en sus camas, con cero interés de participar en algo así. “Era un grupo mucho más difícil de trabajar porque no leían nada y para trabajar con ellas hay que adaptarse, no debe importar el cómo hablan, o las dificultades que pueden tener en expresar una idea”, dice M. Trinidad.  Por eso los temas a tratar fueron el horóscopo, la astronomía y el aborto en tres causales. “Pensamos que el debate del aborto era un tema que sí les podía mover para dar una opinión, y luego despertar el mundo literario que hay detrás del debate, pero sorprendentemenete estaban en contra del aborto porque ellas y sus familias piensan que un embarazo hay que sacarlo adelante si o sí”, comenta María Trinidad.

Gendarmería dispuso para María Trinidad una sala de cuatro por cuatro, un lugar muy pequeño, y frente a la indiferencia de las mujeres la estudiante tuvo que armar un plan de acción.

“Les dije que a aquellas que no les interesaba se quedaran en la sala, pero sin molestar. Enfrenté al grupo con autoridad y eso funcionó, hubo un cambio entre la primera y la segunda hora. Me esforcé en que no supieran que estaba nerviosa. Mi tarea de despertar el interés por la lectura se iba a dar, pensé, pero muy de a poco”, cuenta María Trinidad.   

Luego de romper la barrera del desinterés de ambos públicos, los alumnos lograron manejo de grupo y actuaron con autonomía. Pero,  se enfrentaron a otra complejidad: poner límites, porque mientras conversaban con los internos y se generaba un diálogo, esa relación no implicaba precisamente una amistad entre las partes. Pero ¿Cómo no involucrarse con sus historias o con las ganas de ser escuchados?

“Un interno de 50 años homosexual me contó que a su pareja lo trasladaron de cárcel y del profundo problema afectivo que tuvo para él la separación. Otro pidió que le sacaremos de internet un resumen de las noticias de su caso porque le interesaba leerlo. Nosotros fuimos empáticos, pero tampoco tomamos partido. En definitiva, tuvimos que ser neutros en la cárcel, pero no fue fácil”, comenta Andrades.

“Hay que ser fuerte emocionalmente, porque uno no se puede involucrar. Una interna me pedía colonia porque la venía a ver el pololo otra que le trajera galletas de chocolate, otras me contaban las historias de sus familias y por qué estaban ahí. Al final terminaron pidiéndome mi facebook y escribieron una carta a los gendarmes solicitando que por favor no nos fuéramos”, comenta María Trinidad.

Según los alumnos, esta experiencia comprobó que se vuelve necesario manejar herramientas distintas a las que se ocupan en la sala de clases para lograr el objetivo que los llevó a un lugar que quizás nunca hubieran conocido. Para ellos fue muy relevante adaptarse a los cambios y por supuesto, mejorar las competencias emocionales y las llamadas habilidades blandas, porque en esta metodología de aprendizaje se trabaja en escenarios de vulnerabilidad social.

“Después de hacer este curso y conocer la cárcel de mujeres de Los Andes -y que las internas que no leían nada se interesaran en cómo se había formado el universo, y decirles que existe un mundo literario allá afuera muy bonito- sé que tengo herramientas para enfrentar lo que sea. Creo que la metodología es tan potente que debería implementarse en todas las carreras, porque se pueden generar proyectos que aportan a la sociedad y ayudan a crecer como persona, estudiante y futura profesional”, comenta María Trinidad.

“El impacto que tuvo esta experiencia fue que se crearon electivos de Aprendizaje y Servicio dentro de la malla de la carrera. Y personalmente, postulé a un fondo para mejorar la lectura infantil en una biblioteca en la población La Victoria y lo ganamos y toda esa gestión lo aprendí en este curso”, concluye Ender.

Este ramo de Fomento Lector es parte de la oferta de 16 electivos de la coordinación de Aprendizaje y Servicio dependiente de la Dirección de Vinculación con el Medio de la Universidad Alberto Hurtado, equipo convencido que con pensar individualmente no se llega más lejos. Por eso la idea es que los alumnos salgan a la calle, a distintas comunas o regiones y  generen un impacto, aunque sea pequeño, en distintas comunidades.

Los cursos de Aprendizaje y Servicio ponen en valor lo que es la solidaridad en la academia, porque generan un diálogo en igualdad de condiciones con nuevos socios en un territorio fuera de los muros de la Universidad. En palabras simples, es una forma de aprender juntos que pone a prueba competencias profesionales en situaciones reales, cuyos resultados terminan ensanchando el corazón. En el caso de Ender y María Trinidad que se enfrentaron a dos recintos carcelarios chilenos muy distintos y adversos, se logró justamente eso: poner a prueba las habilidades sociales y humanas. Y ese ejercicio es inolvidable.    

Ambos estudiantes tienen ahora la misión de representar al país en el 21° Seminario Internacional “Aprendizaje y Servicio Solidario” que se realizará los días 23 y 24 de agosto de 2018 en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Un encuentro donde estudiantes, docentes, investigadores, funcionarios y dirigentes de organizaciones sociales de toda América Latina y otras partes del mundo van a intercambiar experiencias y conocimientos, escuchar a destacados especialistas internacionales y tender redes para trabajo en común.

 

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