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Lo público, lo laico y lo gratuito

En esta columna de opinión publicada en El Mercurio, el Rector de la UAH Eduardo Silva SJ, reflexiona sobre la necesidad de reconocer la heterogeneidad del sistema universitario chileno. “El régimen de lo público obliga a reconocer la existencia de universidades de calidad que son públicas por excelencia y a superar simplificaciones ideológicas que creen que lo público, lo laico y lo gratuito solo es garantizado en las estatales”.

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rector_uah_eduardo_silva“A menudo algunos críticos de la reforma a la educación superior lamentan que los debates se centren en cuestiones institucionales y financieras. Quisieran que se ocupara de materias sustantivas, que clarificaran qué son y qué deben enseñar las universidades. Felizmente, el ministerio y los legisladores saben que para esas definiciones carecen de competencia, pues la reflexión sobre el quehacer universitario es asunto donde la universidad es experta y en la que cabe invocar la autonomía universitaria. Si además de lo político y económico la reforma mejora los procesos de aseguramiento de la calidad, dando garantía de ecuanimidad y participación de pares académicos en las acreditaciones de carreras y universidades estaría cumpliendo con sus objetivos.

Lamentablemente —como hemos visto en el episodio sobre la glosa presupuestaria—, los intereses de financiamiento y las negociaciones de última hora parecen primar sobre el justo reconocimiento que cabe a diferentes actores en un sistema muy heterogéneo.

Intereses que se ocultan en simplificaciones ideológicas. El simple dualismo, estatal o privado, está separando irreflexivamente las aguas. Sorprende que defensores de lo estatal no valoren el aporte de universidades públicas no estatales de 100,50 o 25 años, vinculando todas las privadas al lucro y al mercado. Sorprende igualmente que los defensores de las privadas, sin reconocer el trato preferente que se debe dar a las estatales, se solacen tratándolas de ineficientes o enrostrándoles menos años de acreditación. Sorprende aún más que ministros y diputados no sean capaces de reconocer y potenciar universidades de una calidad indiscutible y que nos llenan de orgullo como son la U. de Chile, la P. U. Católica o la U. de Concepción…”

Ver columna completa en El Mercurio 

 

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