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Carolina Aguilera: “El miedo se transformó en una identidad política de orden y pertenencia emocional frente a la crisis”

La autora de esta columna hace un repaso de lo ocurrido desde el estallido social hasta el triunfo de José Antonio Kast y el avance de la ultra derecha. Sostiene que «el triunfo de Kast en la elección del domingo no es solo comprensible desde la esfera global del avance de la ultra derecha, y tampoco a causa de una manipulación mediática. Más bien, se ha desarrollado un proceso profundo en un sector importante de la sociedad chilena, que se vio amenazada y que vio en la ultra derecha una promesa honesta de recuperación de un Chile que temían perder».

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Fuente: Ciper

El avance de la ultra derecha en la región y en el mundo, y ahora en nuestro país, tiene causas múltiples, algunas comunes y otras de carácter local. Las causas globales que más han destacado los analistas internacionales, son una combinación de explicaciones económicas y culturales. Por un lado, estamos en un proceso de de-globalización, protagonizado por las dificultades económicas que no se han logrado remontar desde la crisis sub-prime de 2008 y los aumentos en flujos migratorios desde países más pobres a países más ricos. Estos fenómenos han llevado a una nostalgia nacionalista y una búsqueda conservadora en valores tradicionales que supuestamente nos dan seguridad frente a la incertidumbre y la inseguridad: la familia, la patria y la religión, es decir reconstruir esa supuesta comunidad imaginada de iguales.

Aquí, sin embargo, quisiera poner el acento en los aspectos locales, muy en línea con lo anterior que permiten dar sentido al triunfo de Kast: la capacidad que tuvieron los sectores de las nuevas derechas de captar el sentir (primero de miedo y luego de esperanza) frente al estallido social y la convención constituyente, y transformarlo en una opción política convincente.

2019-2020. EL CONTRAMOVIMIENTO AL ESTALLIDO SOCIAL Y EL RECHAZO

La reciente elección presidencial no se puede comprender si no nos remontamos a los años del estallido social. A partir de un estudio realizado en 2020 con colegas del Centro de Estudios de Cohesión Social COES, pudimos constatar que en aquel momento fue el miedo el principal motor de movilización del sector que se opuso al estallido y se inclinó por el “Rechazo” a la propuesta de la Convención Constituyente. Como vimos, una narrativa recurrente entre los entrevistados fue que el estallido social era vivido como una experiencia de violencia, caos y destrucción que amenazaba la vida cotidiana, la seguridad personal y la estabilidad familiar. Las experiencias directas de enfrentamientos, saqueos, daños a la propiedad y dificultades económicas eran evocadas como un estímulo para participar en movilizaciones en contra del estallido y posteriormente a favor de la posición “Rechazo” a la propuesta de la Convención Constitucional. Así se fue sedimentando un anhelo por la recuperación del orden social, construyéndose una dicotomía entre quienes, desde su punto de vista, promovieron el estallido social con violencia y destrucción, y quienes buscaban frenar ese impulso. La posición “Rechazo” se asumió como una forma de evitar “una entrega de poder a quienes conducen el país hacia el caos”, con referencias explícitas a experiencias históricas o comparaciones con crisis en otros países como Venezuela.

Un aspecto central, y que va a fortalecer a las nuevas derechas que en ese momento ya estaban organizándose en torno a diversos liderazgos, y donde Acción Republicana tenía un rol protagónico bajo la conducción de José Antonio Kast, fue la percepción de abandono por parte de las élites políticas, especialmente de la derecha tradicional, pero también de los sectores de izquierda.

En aquel estudio, los y las entrevistadas nos señalaban su decepción con la clase política tradicional, tanto de derecha como de izquierda, por no haber defendido adecuadamente sus principios frente al estallido social y el proceso constituyente. De ese modo se fue consolidando una narrativa que propone defender a la Constitución vigente, el modelo social y finalmente la idea de orden frente al caos. En esta narrativa entrarán con fuerza el llamado a una identidad nacional (bajo amenaza) y la importancia de los simbolismos patrios (también amenazados).

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