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En el contexto de las acciones desplegadas por de la Red de Mentoras UAH, la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, la Dirección de Género, Diversidad y Equidad (DGDE), y el […]
En el contexto de las acciones desplegadas por de la Red de Mentoras UAH, la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, la Dirección de Género, Diversidad y Equidad (DGDE), y el Programa de Investigación en Género y Diversidad Sexual (GEDIS) convocaron a diversos estamentos de nuestra Universidad a participar en el panel de conversación “Violencia de género en la educación superior”, realizado el pasado miércoles 14 de mayo en la sala de Litigación de la Facultad de Derecho.
En un espacio de apertura y honestidad, quienes participaron analizaron las manifestaciones, efectos y los ejes estratégicos de la violencia de género, con la finalidad de avanzar en conjunto hacia una cultura del respeto y el diálogo en la UAH y en todo el ecosistema universitario, entendiendo que es un tema transversal a todos los planteles de educación superior.
La presentación estuvo a cargo de María Teresa Rojas, directora de Género, Diversidad y Equidad de la UAH, quien destacó lo importante que es relevar estos espacios, sobre todo cuando la coyuntura pone sobre la mesa el abordaje de la violencia de género en el contexto universitario. En esa línea, resulta valorable que las universidades se abran a conversar para reconstruir confianzas y fortalecer la convivencia, basándose en la investigación disponible.
En esta oportunidad, el panel estuvo conformado por integrantes de la Comunidad UAH con amplio conocimiento en estas materias: Sonia Brito, académica del Departamento de Trabajo Social y parte del Programa de Investigación en Género y Diversidad Sexual (GEDIS); Sofía Rodríguez, licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales de la UAH y parte del Programa de Género, Derecho y Justicia Social UAH, y Sandra Vera, académica del Departamento de Sociología UAH.
La conversación se inició con las palabras de Sonia Brito, quien basó su exposición en el compromiso que las universidades deben asumir para erradicar estas violencias. Desde su experiencia como trabajadora social, la académica planteó que, si bien los protocolos son un piso normativo, es importante también revisar nuestras maneras de convivir. En esa línea, la formación resulta clave para saber cómo actuar desde distintos lugares.
La especialista puntualizó que la violencia de género en las universidades, aunque muchas veces se manifiesta de forma sutil o se encuentra normalizada, reproduce desigualdades estructurales que afectan profundamente la convivencia, el bienestar y el desarrollo académico de las personas, especialmente de mujeres y disidencias. A pesar de que estos espacios se conciben como entornos de pensamiento crítico, libertad y respeto, persisten prácticas de acoso, abuso de poder y exclusión. Comentarios sexistas, acoso verbal, sexual o físico, desvalorización del trabajo académico, relaciones jerárquicas abusivas y exclusión en áreas históricamente masculinizadas son algunas de las expresiones más frecuentes de esta violencia, muchas veces facilitadas por la desconfianza en los canales formales de denuncia y por una cultura institucional que, en diversas ocasiones, opta por el silencio.
“Enfrentar esta realidad exige mucho más que la existencia de reglamentos o protocolos; requiere una transformación profunda de la cultura universitaria. Esto implica educar en torno al consentimiento, revisar críticamente las relaciones de poder y construir comunidades basadas en el respeto, la ética del cuidado y la justicia. En este marco, la relación y la distancia prudente entre docentes y estudiantes demanda especial atención. Esta distancia debe entenderse como el resguardo ético necesario que previene ambigüedades, evita favoritismos y protege el espacio educativo como un entorno seguro, libre de confusión de roles y de posibles abusos de autoridad y no como frialdad o como relaciones asépticas”, relató Sonia Brito.
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La académica agregó que los desafíos institucionales actuales exigen una revisión crítica de los reglamentos vigentes, así como el conocimiento efectivo de los mecanismos y rutas que deben activarse ante situaciones de violencia, abuso de cualquier tipo o discriminación. Además, reforzó que “es indispensable confiar en el proceso y en las personas encargadas de llevarlo adelante. Esa confianza se construye cuando las personas denunciantes son acogidas con sensibilidad, empatía, contención emocional y con un compromiso firme de no revictimización. Solo así será posible avanzar hacia una universidad segura, donde alzar la voz no represente un riesgo, sino un acto legítimo de dignidad, derecho y transformación colectiva”.
En la segunda intervención, Sofía Rodríguez habló sobre el marco legal existente, y enfatizó que la violencia de género puede tomar formas específicas dependiendo de la persona que lo vive, su contexto y las condiciones materiales. Destacó que es importante que el estudiantado pueda participar también en las discusiones en torno a las normativas y formulación de protocolos, fomentando una mayor democracia universitaria.
Finalmente, la académica Sandra Vera explicó cómo se ha organizado la conversación de un grupo de académicas que analizan las disonancias entre las exigencias feministas (fundamentalmente desde el 2018 hacia las universidades), las escuchas institucionales y las posibilidades de traducción, determinando cuatro nudos críticos: denominación y jerarquización de la violencia de género; la disposición punitivista de la sociedad (expresada en las funas y los efectos de su colectivización); la disputa por el contenido (por ejemplo, qué se entiende por educación no sexista); y las formas de integrar de manera más compartida y orgánica la demanda contra la violencia de género. Para la especialista, estos desfases constituyen una oportunidad para escuchar de manera más completa y profunda.
Respecto de la relevancia que tiene analizar los procesos de investigación por temas de violencia de género, la académica planteó que es importante que nos siga importando la verdad de los hechos: “Sería preocupante que fueran solo los medios de comunicación quienes velozmente movilizan acciones políticas, producen juicios rápidos y generan efectos comunitarios. En ese sentido, conocer el desarrollo y desenlace de las historias de denuncias de violencia de género (y no solo el detonante informativo inicial) nos permite darle una sustancia de peso a la exigencia de justicia. Sobre todo ahora, creo que estamos en tiempos en que debemos ser exigentes frente a la veracidad de la difusión de la información masiva y permitirnos problematizarla, conversarla, hacernos preguntas, y todo lo que sea necesario para darle densidad sociocultural a la información que recepcionamos. Lo riesgos de no hacerlo son profundos y graves, como terminar vaciando de contenido principios tan relevantes como el sentido de justicia en la sociedad”.
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Luego de estas exposiciones, se dio la palabra a quienes asistieron, cerrando así un encuentro provechoso que permitió a la comunidad de la UAH generar una conversación necesaria para avanzar hacia la construcción de espacios más seguros.