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A 30 años del Plebiscito “Es muy difícil hacer una canción de un “NO convocante y que entusiasme”. 

Juan Pablo González, es Doctor en Musicología, Universidad de California, Los Ángeles y Director del Instituto de Música UAH.

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La historia la escriben los vencedores, es una frase muy conocida que pronunció el escritor George Orwell, autor de la novela política 1984 y que podría explicar por qué no recordamos el himno del SÍ en la campaña de 1988 y en cambio el himno del No es sencillamente histórico.  

 “Chile, la alegría ya viene” fue escrito por el publicista Sergio Bravo y que según cuenta la historia, no fue nada de fácil. Las razones según Juan Pablo González, es que los jingles son una apuesta y un riesgo, toman horas en hacerse y tienen a los creadores de cabeza porque pueden restar más que sumar en una campaña, si es que hacen bien o mal.

La canción del No tuvo muchos logros. “Era la primera vez en mucho tiempo que se podía decir en la tele y en la calle que no se quería más dictadura. Pero el desafío era cómo decirlo si el No es algo que tiene una carga negativa, cómo ponerlo en positivo y decir “No con alegría”, un “No feliz” y lo hicieron y ahí hay un logro”, dice.

¿Y qué pasó con el himno del Sí? Para el académico, antes de cualquier análisis cree que falta construir la historia de la campaña del Sí, porque se ha escrito muy poco. Ahora  que la gente no la recuerde es súper simple: “perdió no más, tiene que ver con eso”, explica.

Para González, la campaña del “Si” tenía todo a su favor para hacerlo mejor. “En términos conceptuales el Sí es positivo, es una invitación a sigamos para adelante, con buena onda. Es  mucho más fácil armar un mensaje o una letra de una canción con un Sí que con un No. Pero, “se durmieron en los laureles”, comenta.

El  jingle decía: “Ahora sí que sí, así si que sí. Ohhh. Diga sí. Yo sí, tú sí. Chile es un país ganador”, esa canción no es tan mala, pero es reactiva a la campaña del No: “Se dan cuenta que el otro lado se ampara en una propuesta moderna, novedosa, con gente con experiencia en cine y publicidad donde hay arte, pero un arte puesto al servicio de las masas”.

En términos teóricos para entender el papel de la música depende mucho de las circunstancias porque la música es inocente, es no más, y según el uso y la letra y el contexto se le va dando connotación”. En cuanto a las letras de la canción política “deben tener ritmo, dibujo melódico porque no hay tiempos para meterse en profundidades”. En general, el tipo de música que acompaña a la letra “es neutra en la medida que se puede cargar para un lado o para el otro, por el uso y por el momento”, explica.

La influencia del Canto Nuevo

Una vez analizados los lyrics de los himnos de la campaña del 88, el profesor dice que son bien impactantes. Por ejemplo, el estribillo final del himno del No, que termina con un coro de la gente sin instrumentos, que decía Chile la alegría ya viene, era muy convocante.

“Lo que se hizo muy bien en la canción del “Chile la alegría ya viene”, fue jugar con las metáforas del Canto Nuevo profundo, digo metáforas porque no se podían decir las cosas de forma directa. Pero ahí, el himno del No tiene un acierto que es pronunciar la palabra dictadura y lo dice una mujer con una voz muy dulce en un contexto vulnerable, no lo dice Quilapayún con voz dura y hombres fuertes de pie, eso tiene que ver con la valentía que se había logrado y es muy importante, porque existen personas que hasta el día de hoy, a treinta años, todavía no pueden pronunciar la palabra dictadura”.

La primera versión del himno del Sí, (que se escuchó  antes de crear los otros jingles) sonaba como para ir marchando por las calles, con una tremenda banda, con muchos espacios sin letra, sólo música rimbombante con participación de cantantes como Patricia Maldonado, Antonio Zabaleta, Ginette Acevedo. “Todo eso fue un error, y además ellos se farrearon a los rostros, porque tenían a su favor mucho pop de cantantes que salían en Sábados Gigantes, que valían por mil porque la gente los reconocía. En cambio los del No, salvo Los Prisioneros, costaba saber quiénes eran”.

Para hacer este análisis Juan Pablo González tuvo que revisar archivos y audios de la época. Porque en 1988 tenía 30 años y no estuvo en Chile, sino que en la Universidad de California donde estudiaba su doctorado con una beca Fullbright. Volvió recién el ‘91.

“Ese día estaba en Marrakesh en un matrimonio, no tenía noticias de Chile y estaba preocupado. Fue hasta el domingo cuando regreso a España que me entero que ganó el No. Fue una emoción enorme, recuerdo que corrí a los kioscos a comprar los diarios y encontré el suplemento de reportajes del domingo de El País que estaba completo dedicado a Chile. Así me enteré, era una época sin internet y wasapp”, concluye.

Hoy en la plataforma spotify el álbum “Chile. La alegría ya viene”, presenta siete versiones del himno, más otras producciones que complementaron el trabajo creativo musical del triunfo del No.

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