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El rol docente en tiempos de pandemia

Por Pablo Poblete, estudiante de quinto año de Educación Básica UAH

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Sin duda que estamos viviendo un tiempo único. Desde que el Coronavirus llegó a instalarse en nuestro mundo y comenzamos a tener los primeros infectados hasta el día de hoy han transcurrido ya varios meses. La experiencia del confinamiento que hemos vivido ha ido transformando las distintas realidades de nuestra vida: la educación, el trabajo, la vida familiar, la vida social, política y económica. Todas las dimensiones de nuestras vidas se han visto transformadas en este tiempo de largas cuarentenas y confinamientos que afectan a nuestro mundo.

En este contexto, la situación de la educación escolar se ha visto desafiada y cuestionada de múltiples maneras. Hoy, nos vemos enfrentados a encontrar una nueva forma de ejercer nuestro “rol docente” y a repensar lo que veníamos haciendo hasta el momento. Esta crisis, como todas, pueden ser una ocasión propicia para hacer un alto en nuestras vidas y para replantearnos nuevos caminos de cara al futuro.

A nosotros, como futuros docentes, la experiencia que estamos viviendo no nos puede dejar indiferentes. Debemos atrevernos a pensar lo que esta pandemia puede dejarnos como aprendizaje a cada uno de nosotros y, sobre todo, aprender a valorar lo importante y distinguirlo de lo urgente y menos esencial en nuestro rol docente.

Escribo estas palabras con la finalidad de aproximarme a unas primeras conclusiones sobre cómo esta pandemia está afectando al rol docente, en específico, al rol de la interacción formador-formando. En esta caída de la “presencia” mencionada por Rivas, creo que lo más relevante tiene que ver precisamente con la perdida de la interacción cara a cara entre profesor y alumno. Ello nos desafía como futuros docentes a buscar nuevos caminos para lograr que esa interacción de aula no se pierda, a pesar de la distancia física.

El contexto de la pandemia como una experiencia de aprendizaje

El tiempo que se nos presenta lo podemos vivir de diferentes formas: como un paréntesis en lo que hemos estado viviendo, como un tiempo perdido o como una oportunidad de aprendizaje nunca antes vista. Los que trabajamos en el ámbito de la educación no podemos dejar de involucrarnos con esta última forma. Desde nuestra experiencia como educadores podemos afirmar que “todo es una oportunidad de aprendizaje”. Como diría Paulo Freire: “todos aprendemos en interacción con el mundo” y ese mundo hoy nos está invitando a aprender de esta situación.

En la escuela, este escenario nos está invitando a redescubrir un nuevo modo de ser docentes y una nueva forma de relacionarnos con los contextos sociales y familiares de nuestros estudiantes. Tal como afirma Hirmas y Cisternas, “La pandemia nos plantea una posibilidad inédita para abrir las ventanas hacia el mundo y derribar los cercos de la escuela”. Hoy, las puertas de las casas de nuestros alumnos se han abierto para dejarnos entrar y, así poder acercarnos aún más al contexto familiar y social en que ellos viven. A través de las clases en línea se nos ha abierto la posibilidad de asomarnos a un mundo que desde la escuela física había estado oculto. La pregunta, es: ¿qué haremos con esa oportunidad única que se nos abre? ¿la utilizaremos esta para acercarnos cada vez más a nuestros estudiantes?

Por otro lado, hoy se nos ha hecho aún más visible la enorme desigualdad e inequidad que tiene nuestro sistema escolar chileno. Todos sabemos que, así como hay muchos estudiantes se han podido conectar desde sus casas sin mayores problemas, así también hay miles de estudiantes que no han podido hacerlo debido a sus grandes dificultades económicas. Al respecto, creo que la escuela también tiene que hacer su propio aprendizaje. No podremos seguir avanzando en el futuro sin preocuparnos por los últimos, por aquellos que se van quedando atrás, no por sus méritos, sino simplemente por la gran desigualdad que hay en nuestro país.

Estoy convencido de que esta experiencia que estamos viviendo puede ser una muy buena noticia para el futuro de la educación. Como bien afirma Hirmas y Cisternas, “por muchas razones, nos hemos desconectado del sentido de nuestro quehacer, se han automatizado nuestros actos, nos ha inundado un activismo alienante, donde perdemos de vista lo importante, lo esencial”. Hoy, tenemos la oportunidad de volver a lo esencial y poner a nuestros estudiantes al centro de nuestras preocupaciones.

El rol docente en tiempos de pandemia

Para los docentes, el teletrabajo ha significado una fuerte carga laboral. Hirmas y Cisternas señalan que “no solo se han visto desafiados por el uso de las nuevas tecnologías, de las redes sociales y su apropiación en función de lo educativo, sino también por diseñar materiales de enseñanza que prescindan de la mediación docente, que estén contextualizados al ámbito familiar, a la diversidad de estudiantes, que consideren la ausencia de recursos tecnológicos, de materiales de aprendizaje y las condiciones de vulnerabilidad en que se encuentran los niños”,

El contexto de pandemia ha obligado a los profesores a pasar a una modalidad totalmente distinta y para la cual no estaban preparados. Acostumbrados a estar en medio de las salas de clases y de tratar a sus alumnos cara a cara, han pasado al distanciamiento y a las clases virtuales de un día para otro. Todo esto se ha vivido en medio de situaciones de mucho stress y tensión. Muchos profesores han comentado lo duro que ha sido no poder tener ese contacto físico y cotidiano que llena el corazón y la vida de un profesor. También muchos se han visto sobrepasados con la presión externa de apoderados y de las mismas instituciones educativas que les ha costado entender la flexibilidad que el contexto nos exige.

Sin embargo, no todo ha sido tan malo. Para muchos docentes este tiempo ha significado también una gran oportunidad para reinventarse y buscar distintas maneras de innovar en sus prácticas pedagógicas que en muchos ya venía desgastada por los años. El contexto ha puesto a los docentes ante el gran desafío de sacar lo mejor de cada uno de ellos y demostrar todo el talento y creatividad con la que cada uno cuenta. En estos meses de confinamiento he escuchado numerosas historias de profesores que siguen su contacto con los estudiantes de una manera virtual y esto les ha permitido acercarse también a la realidad familiar de cada uno de sus estudiantes.

El desafío del rol docente del futuro

Este escenario nos invita a reflexionar y a repensar la educación del futuro. El docente debe repensar su lugar dentro del engranaje del sistema educativo y, tal como nos propone Hirmas y Cisternas, buscar como ensayar nuevos caminos por donde transitar en el futuro. Me atrevo a decir que el actual contexto nos desafía a nosotros a repensar la educación y el rol docente en 4 sentidos: en lo emocional, en lo familiar, en lo social y en lo humano.

En primer lugar, nos invita a repensar la labor docente y la preocupación por el desarrollo emocional y el cuidado personal de cada uno de sus estudiantes. La enseñanza virtual ha hecho muy visible la labor que el docente realiza en la contención y escucha. En el futuro, una vez que acabe la crisis sanitaria, habrá que ver cómo poder seguir en este camino de una manera más intencionada.

En segundo lugar, se manifiesta la necesidad de volver a poner al centro la preocupación por los que se van quedando al margen. La pandemia ha dejado al descubierto una herida profunda en el sistema educacional chileno que tiene que ver con la gran desigualdad y la brecha entre los colegios y escuelas de sectores más favorecidos y aquellos que están en lugares más pobres. Esto no es nuevo, sin embargo, creo que después de la pandemia tendremos que abocarnos a trabajar en el emparejamiento de un tiempo que lo único que ha hecho es agrandar la brecha que ya existía antes.

En tercer lugar, este tiempo nos invita a repensar la alianza familia-escuela. La enseñanza virtual ha generado la oportunidad de entrar en la casa de sus estudiantes, de conocer más de cerca a sus familias, y por parte de las familias, conocer más de cerca y valorar el trabajo de los docentes. Esta alianza vive un momento de mucha promesa y no hay que desaprovecharlo. Este es un gran desafío para el futuro.

En cuarto y último lugar, es tiempo para repensar el foco en lo importante y no en lo urgente, especialmente en el aprendizaje de todos y todas y en la preocupación por transmitir humanidad. El mayor desafío está en “humanizar la educación”. Es solo la humanidad del docente la que puede transmitir esa humanidad, no las máquinas, computadoras y demás aparatos tecnológicos.

Conclusiones

El contexto mundial de la pandemia ha transformado las distintas dimensiones de nuestra vida. Y el mundo de la educación no se ha visto ajeno de estas grandes transformaciones. Ante el cambio y de cara al futuro tenemos varias opciones: seguir haciendo lo mismo, vivirlo como pura pérdida o aprender de las grandes transformaciones que nuestra sociedad ha vivido fruto de esta crisis sanitaria. Tiendo a pensar que los que estamos en educación no podemos desentendernos de esta última opción y que esta crisis puede ayudarnos a fortalecer nuestro rol docente y a cambiar lo que hasta el momento no había funcionado tan bien.

En esto es muy importante que nosotros, como futuros docentes, nos preguntemos por los aprendizajes. Hoy se nos regala una oportunidad única de aprender a partir de lo vivido y formarnos para el futuro teniendo presente este gran desafío. Las principales transformaciones tienen que ver con la relación familia-escuela, la preocupación por la inteligencia emocional de nuestros estudiantes, por los que se van quedando al margen y por la formación humana. Si logramos hacernos cargo de estas transformaciones y aprender de ellas, el futuro de la educación tendrá muy buen pronóstico y esta crisis sanitaria que estamos viviendo se puede convertir en una gran oportunidad.

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