Yasna Flos fue la primera mujer de su familia en ingresar a la universidad. Cuando era pequeña, recuerda que la posibilidad de tocar violín en la Orquesta Estudiantil de Huechuraba, y luego en la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile, le enseñó el valor de la disciplina, el trabajo y el esfuerzo. Con la llegada de la Revolución Pingüina, se convirtió en dirigenta estudiantil en La Pincoya. Ese contexto de movilización le permitió conectarse con las problemáticas sociales que estaba atravesando el país, un hito clave en su decisión de ingresar a estudiar Pedagogía en Historia.
—¿Cuándo tomaste conciencia de que querías seguir aportando al territorio donde habías crecido?
Yo hice mi práctica profesional en el colegio Saint George, que geográficamente está muy cerca de La Pincoya, pero es difícil de acceder. En este lugar trabajé con docentes increíbles como Luz Eliana Cisternas, que trabajaba en el colegio y en la UAH, y con muchas profesoras mujeres que me ayudaron a reflexionar sobre qué tipo de docente quería ser. Entonces, en esta práctica me di cuenta que yo quería devolver la mano al lugar donde había crecido. Tenía un buen desempeño académico en la Universidad y comprendí que quería ser una muy buena profesora en espacios vulnerables.
—¿Cómo fue la primera experiencia laboral en tu comuna?
Antes de titularme, fui a preguntar por posibilidades de trabajo a la I. Municipalidad de Huechuraba y me comentaron que justo había una vacante para ser profesora vespertina. Yo venía saliendo de la universidad con la idea de cambiar el mundo y me encontré con una realidad súper compleja, con estudiantes de 16 a 80 años, todos con problemáticas distintas, intereses distintos. Ahí rápidamente me di cuenta de la importancia que tenía mi profesión y de la importancia de mirar el contexto. Esa primera experiencia laboral fue fundamental.
—En la actualidad eres coordinadora técnica comunal del Departamento de Educación de Huechuraba. ¿Con qué mirada estás liderando este trabajo?
Sí, en 2023 pude acceder a la jefatura municipal a cargo de siete escuelas y jardines. Las preguntas clave para mí en este periodo fueron: ¿cuál va a ser el enfoque pedagógico del Departamento de Educación? ¿Cómo vamos a hacer carne la justicia social en un contexto donde nuestras escuelas tienen un 85% de población en condiciones de vulnerabilidad social?
—¿Qué visión tienes sobre Huechuraba y los desafíos en material educacional?
En Huechuraba están todas las potencialidades para mejorar los resultados en términos de gestión educativa. Lo que tenemos que ir fortaleciendo es el trabajo con docentes porque son claves para la mejora educativa. Tenemos que encantar a los profesores porque sabemos que trabajan en contextos difíciles, trabajar por políticas concretas y también con las creencias. Si el profesor no tiene altas expectativas de sus estudiantes, es muy difícil que se concreten las transformaciones en el aprendizaje. Tenemos que volver a encantarlos con la idea de cambiar el mundo.
—¿Por qué decidiste ingresar a la Universidad Alberto Hurtado?
Mi experiencia en la música con el profesor Felipe Hidalgo, con quien nos reencontramos años después en la UAH, y el proceso político que viví durante mi enseñanza media, me motivaron a entrar a Pedagogía en Historia. Quería encauzar desde ahí todas las ganas de cambiar el mundo. Me conecté mucho con ese sentir. Y bueno, me decidí por la Alberto Hurtado por su carácter familiar; se sentía la confianza de las personas que estaban ahí, la solidaridad y la calidad docente. Durante los primeros años, también en el marco de una movilización, recuerdo cuando los profesores fueron a una asamblea estudiantil. María Soledad Jiménez y Marcos Fernández nos hablaron de la idea de los profesores como sujetos de excelencia. Que podíamos ser revolucionarios, que somos y debemos ser sujetos políticos, pero siempre teniendo en cuenta que tenemos que ser excelentes profesores. Para mi, eso fue tremendamente marcador.
—Al terminar el pregrado, decidiste seguir estudiando en la UAH. Esta vez, el Magíster en Didáctica de la Historia y las Ciencias Sociales. ¿Por qué?
El mercado está lleno de magísteres, y en el caso de la UAH me hizo mucho sentido que pidieran requisitos de experiencia. Creo que en educación es importante tener un momento de reflexión: ir a la escuela, mirar las prácticas, mirarte a ti mismo y llenarte de preguntas. Y, de esa forma, volver a la universidad. En ese sentido, no es un programa que busque solamente lucrar, sino que los docentes estén en constante reflexión.
—¿De qué forma crees que impactó el Magíster UAH en tu trayectoria profesional?
El Magíster me permitió darme cuenta del valor que tiene pensar hoy sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje. Tengo una mirada que, desde otros magísteres, no la tendría. El pensar lo que voy a enseñar es fundamental. Y creo que es una de las cosas que más débiles tenemos los docentes. Hay una desprofesionalización docente, donde no nos pensamos como sujetos profesionales que piensan constantemente lo que hacen a diario.
—¿Qué mensaje darías a las y los estudiantes que están pensando en estudiar Pedagogía en Historia en la UAH?
Les diría que estudien en la UAH principalmente por el pensamiento crítico. Efectivamente, yo tengo que entrevistar a muchos profesores por mi trabajo, y el sello de esta universidad es clave. Son profesores que manejan didáctica, procesos de enseñanza-aprendizaje, pero por sobre todo, poseen un sentido de justicia social muy potente. Hoy en día, ser profesor de historia no tiene que ver con enseñar fechas. Es nuestra responsabilidad entregar habilidades y competencias a las y los estudiantes para que formen un juicio crítico, que crean que podemos cambiar las cosas.