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Doctoranda Elisa Montesinos y los archivos de Gabriela Mistral

En el contexto de conmemoración de los 80 años del Premio Nobel de Literatura otorgado a Gabriela Mistral, la Universidad Alberto Hurtado ha impulsado una serie de actividades para reflexionar y rendir homenaje a su figura. Como parte de estas acciones, entrevistamos a Elisa Montesinos, periodista, escritora y estudiante del Doctorado en Estudios Mediales de la Facultad de Filosofía y Humanidades, quien ha tenido un vínculo íntimo con el legado de la poeta, tanto desde el periodismo como desde la ficción literaria.

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En pleno otoño, desde Estados Unidos, Elisa Montesinos recibió una de las llamadas más inesperadas de su carrera. En ese tiempo, trabajaba como periodista freelance y corresponsal de La Tercera, cubriendo temas culturales. A raíz del fallecimiento de Doris Dana, pareja y albacea de Gabriela Mistral, se le encargó reportear qué pasaría con los archivos personales de la Premio Nobel chilena.

Era sabido que Doris Dana conservaba materiales inéditos de Mistral, pero también era conocida su extrema reserva de ellos. Nadie había tenido acceso. “Estaban todos los investigadores mistralianos esperando saber qué habría en esas cajas”, recuerda la autora. Entonces, logró dar con la heredera legal: Doris Atkinson, sobrina de Dana, con quien estableció contacto y comenzó una serie de reportajes y notas.

Elisa viaja hasta el Estado de Massachusetts, costa este de Estados Unidos, a entrevistarla y se encuentra con una información impactante: “Doris Atkinson había organizado y recolectado un montón de papeles y cajas con documentos de las distintas casas que tenía Doris Dana. Incluso había arrendado un departamento entero para guardar los papeles”, cuenta. Sin embargo, aún debería esperar algunos meses para ver parte de ese legado. Atkinson debía decidir a qué institución donarlos, con la condición expresa de que estos documentos fueran públicos.

La Biblioteca del Congreso en Estados Unidos era una posibilidad; también Chile. Fue entonces cuando comenzó un trabajo conjunto entre la embajada chilena en Washington y diversas autoridades y académicos chilenos. El acuerdo se concretó el 14 de mayo de 2007, cuando Doris Atkinson decidió donar el legado de Mistral a la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile y a la Orden Franciscana. Parte de la colección fue destinada al Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional; otra, al Museo Gabriela Mistral de Vicuña, en la Región de Coquimbo. El material sería también digitalizado para garantizar su acceso público.

 

“Una Mistral más compleja”

El primer encuentro de Elisa Montesinos con la figura de Gabriela Mistral ocurrió mucho antes, mientras estudiaba Periodismo y tomaba cursos de Literatura en la Universidad de Chile. En una clase con la profesora Kemy Oyarzún, ella citó el poema La bailarina de la autora nacional.

“Me cautivó porque pude descubrir a otra Gabriela Mistral, potente y transgresora, muy distinta a la imagen que se difundía en los años 90 y que había impuesto la dictadura; una mirada heteropatriarcal de una madre frustrada que se refugió en la enseñanza porque no pudo tener hijos. Había también una narrativa de tipo novela rosa sobre la muerte de Romelio Ureta, como si Mistral no hubiera podido acceder al ideal del amor romántico. Todo eso era una ficción. Ella tampoco lo negó, pero su vida no fue así”.

A partir de esa revelación, empezó a interesarse más profundamente en la figura de la Premio Nobel, y el reporteo de los papeles mistralianos se convirtió en una experiencia transformadora. Mientras escribía para La Tercera, tomaba anotaciones paralelas, observaciones íntimas que no cabían en el reportaje, y que buscaban otra forma de expresión.

 

Oye Gabriela

Así nació Oye Gabriela, una novela escrita bajo el seudónimo Elisa Clark, publicada en 2020 y hoy en proceso de reedición por la editorial Cuarto Propio. “Estamos en la etapa de edición y diseño. Tiene que estar lista para septiembre”, señala.

En la ficción, una investigadora queda encerrada en la Biblioteca Nacional tras un terremoto y decide aprovechar ese tiempo para escribir su gran ponencia sobre Mistral. A través de sesiones de espiritismo y materiales de archivo, va descubriendo aspectos olvidados o silenciados de la poeta. La historia se construye con una estructura fragmentaria, a partir de textos breves que se entrelazan: “La novela tiene una estructura hecha de retazos, como los mismos papeles de Mistral. El mayor desafío fue encontrar el tono y el lenguaje adecuados. No estaba escribiendo sobre cualquier persona. Sentía que debía lograr un estilo potente y literariamente cuidadoso”, explica.

 

Vicuña: En la ruta de Gabriela

Para finalizar el proceso creativo de la novela, Elisa realizó una residencia artística en el Museo Gabriela Mistral de Vicuña, gracias a una beca del Consejo del Libro. “Vivir en el Valle de Elqui fue otra dimensión del encuentro con Mistral. El paisaje, el viento, las historias que la gente guarda sobre ella, todo eso alimentó mi escritura”.

Durante su estadía, realizó el taller literario Contando a Gabriela con estudiantes de tres colegios de la comuna, quienes escribieron cuentos y poemas inspirados en objetos del museo y en la vida de la poeta. El resultado fue el libro cartonero En la ruta de Gabriela, presentado en el museo y luego en la Biblioteca de Santiago.

 

El legado vivo

Para Elisa Montesinos, el archivo de Mistral no es solo un documento del pasado, sino una invitación permanente a leerla con nuevos ojos. “El archivo de Gabriela Mistral está disponible en internet. Muy poca gente lo sabe. Hay mucho material accesible. Mi novela también aspira a interesar a los lectores en redescubrir a Gabriela Mistral como figura”, reconoce.

Además de la reedición de Oye Gabriela, Montesinos ya ha comenzado a escribir la segunda parte del libro. “Llevo pocas páginas, quiero volver a Vicuña, pasar más tiempo allá. De todos modos, lo que está pasando este año con la conmemoración de los 80 años del Nobel me estimula montones para escribir”, comenta.

Como parte de las actividades impulsadas por la Universidad Alberto Hurtado, Elisa Montesinos trabaja junto al Departamento de Lengua y Literatura en la organización de un importante seminario sobre Gabriela Mistral, que busca abordar su figura desde una perspectiva interdisciplinaria. “Entre otras cosas, queremos mostrar cómo Mistral inspira hoy a creadores de distintos ámbitos, además de rendir un homenaje a las escritoras e investigadoras que en los 90 se reunieron para analizar la vida y obra de Mistral y publicaron el libro Una palabra cómplice, y desmontaron de alguna manera la lectura oficial”.

Finalmente, cuando se le pregunta qué dimensión de Gabriela Mistral cree que es más urgente visibilizar hoy, su respuesta es clara: “Lo biográfico. No tenía por dónde llegar a ser lo que fue. No tuvo educación formal; su hermana fue su primera profesora. En la escuela no le fue bien, incluso recomendaron que la retiraran. No pudo entrar a la Escuela Normal porque sus primeros escritos publicados en la prensa fueron considerados anticlericales. No tenía por dónde, pues en cuanto a raza, género y clase social se salía de la norma. Aun así, logró abrirse camino, partiendo  como ayudante de profesora hasta llegar a ser directora de uno de los principales liceos de Santiago, y de ahí a la reforma educativa de México, a ser diplomática en distintos lugares del mundo, y al Nobel. Además, siempre fue una gran lectora, leyendo se autoeducó. Ese también es su legado”.

Nota: Andrea Carrasco

Foto principal: Álvaro Hoppe

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