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Estado, liberalismo y subsidiariedad

Carta al Director del Rector de la Universidad Alberto Hurtado, Eduardo Silva SJ.

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Fuente: El Mercurio

 

Señor Director:

En el debate con Agustín Squella celebro que estando a las puertas de un proceso constituyente, podamos oponer argumentos en forma cordial y en temas relevantes. El profesor Squella acierta al rechazar el Estado confesional y antireligioso, pero afirma que en Chile carecemos de un Estado laico mientras este siga apoyando a las instituciones religiosas. Más allá del apellido —Estado laico o religioso—, la pregunta de fondo es si el Estado debiera o no apoyar a las religiones. Me parece que un Estado que no valore a las organizaciones intermedias que articulan distintas concepciones de vida buena sería un Estado que solo ampararía la libertad negativa.

Sen y Nussbaum, connotados liberales, muestran que la mera libertad negativa (evitar coacciones) es insuficiente si queremos ciudadanos que desarrollen plenamente su capacidad de elegir. Una acción positiva del Estado apoyando a la sociedad civil en la promoción de esas capacidades básicas es fundamental.

La necesaria neutralidad del Estado no implica la abstinencia frente a las organizaciones de la sociedad, sino que pide su activa valoración y financiamiento con ecuanimidad. El Estado no es la forma jurídica de una nación sin atributos, sino de una comunidad histórica concreta. Su deber es potenciar y promover, con igualdad, todos los proyectos de vida buena, algunos de ellos encarnados en comunidades religiosas, científicas, deportivas o artísticas… 

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