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Fuente: El Mercurio Señor director: Aparentemente, la distinción que hace Carlos Peña entre un “catolicismo de digestión fácil” y otro de mayor envergadura (ese que realmente abraza la cruz de […]
Fuente: El Mercurio
Señor director:
Aparentemente, la distinción que hace Carlos Peña entre un “catolicismo de digestión fácil” y otro de mayor envergadura (ese que realmente abraza la cruz de Cristo) estaría en la recepción que los creyentes harían sobre los asuntos relativos al principio y final de la vida. La enseñanza social de la Iglesia, sin embargo, defiende el principio de la dignidad inalienable del ser humano al comienzo, durante y al final de la vida. El “durante” no se nos debe olvidar.
De eso tratan los asuntos que comúnmente referimos como “sociales”. La Iglesia Católica no opina sobre dichos asuntos al modo de “un sociólogo, un político sensato o un ateo razonable”. Lo hace desde una verdad que nace de la Revelación: el ser humano es creado a imagen y semejanza de Dios mismo. No es correcto, entonces, despreciar la centralidad magisterial de enseñanza social de la Iglesia.
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