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¿Garantías de qué?

«Garantizar la no repetición es, por lo anterior, una utopía y, en el peor de los casos, un brote de mala conciencia. El futuro no está garantizado nunca. Si el futuro estuviese cubierto por garantías, las primas para ello no serían suficientemente accesibles», Hugo Bello, académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades.

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Fuente: El Mostrador

En los albores de la cultura, de la que nos hemos alimentado y conservado durante siglos, aparece el aserto que dice que nadie puede cruzar dos veces el mismo río. La historia de las naciones y de los pueblos lo muestra, por más que uno u otro afirme, a modo de esquema histórico, que la historia se repite antes como tragedia y luego como farsa.

Sin embargo, no hay repetición de la experiencia. La propia, la individual, lo expresa con total desparpajo: nunca podemos echar pie atrás, ni revertir el pasado, o borrar de nuestras vidas lo indeseable y doloroso que hemos vivido. Para eso se inventó el arrepentimiento y la culpa. Pero para los seres libres, es decir, los que tienen responsabilidad sobre sus actos, ni la culpa ni el arrepentimiento tienen efectos hacia el pasado. En el mejor de los casos ese efecto puede ser hacia adelante, hacia el futuro. Pero, aunque volviésemos a actuar como en el pasado, nada, ni nosotros ni los hechos, serán lo mismo. Este saber no nos libera de que repitamos conductas o actitudes, pero las aguas serán siempre otras, porque nuestra experiencia anterior habrá obrado en nuestro conocimiento respecto de nosotros y de los demás. La idea de que existe la repetición es quizás una forma de hacer más comprensibles algunos hechos nuevos que podemos asociar a otros antes vividos, lo que nos puede ayudar a procesar mejor el presente, pero que no cambia en nada lo que ya ocurrió.

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