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Ni de frente ni a los pies

Columna de opinión de Leonardo Piña, Director del Magíster en Antropologías Latinoamericanas UAH.

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“Porque destino del hombre/ es desafiar los laberintos de la muerte”. (Elicura Chihuailaf)

Leonardo Piña, académico del Departamento de Antropología y Director Magíster en Antropologías Latinoamericanas.

Escribe Gonzalo Rojas, no el poeta, que echa de menos la voz y actoría mapuche entre todas las que se escuchan y ve en medio de los dramas que cada tanto estallan en La Araucanía. Y afirmando que detrás de uno de los polos de esa conflictividad siempre es posible ver al capital financista, logístico e ideológico de unas cuantas ONGs y sus agitadores nacionales y extranjeros, apunta que su contraparte, a veces agresora, y las más, agredida, no alcanza a articularse en un frente común. Todos ellos, dice, no son un todo. 

Y no lo son, continúa, porque su composición es variopinta, no representa un frente común, y articularse, aunque les mueva un similar afán de paz y progreso para la región, no es nada fácil. Más aún, tal cual él mismo dice, porque una vez por aquí y otra por allá, topan en la dimensión ética de su accionar. 

Interesante, pienso, pero qué está diciendo con todo ello. O qué, de otra manera, señala por encima y debajo de lo que escribe. 

Confundido un poco con sus palabras, comparto el link de su columna con un amigo, centrando en tres aspectos la inquietud y molestia que me produce su lectura. Uno, la no observación de la complejidad del cuadro ante el cual está escribiendo. Dos, la naturalización del rumbo que habrían seguido las cosas que lo componen. Y, tres, la simplificación de la salida o solución que propone. Me explico. 

Primero, porque reconociendo que faltan voces para el acercamiento que propugna, deja en un segundo o tercer lugar que ello debiera ir de la mano de una comprensión más densa y compleja de lo mismo. ¿Por qué motivo? 

Porque aunque diga que “los grandes ausentes son los mapuches que han dejado la tierra para fundirse laboral, familiar, religiosa y culturalmente con el resto de los chilenos”, o que ellos podrían ser “la bisagra que permitiría acercar posiciones”, no parece justo que pase por encima de dos de los fondos que hacen parte sustantiva del tema: la tierra y la identidad. Y menos, léase bien, que se haga aludiendo, así sin más, a ello… simplistamente, sin respeto por la palabra. 

¿No habría que cuestionar, a lo menos, la idea de cesión que se está levantando y, seguido de ello, preguntarse por la noción de fusión cultural que pone en juego?

¿Apropiarse o arrebatar la tierra, de la forma que sea, puede ser sinónimo de ceder la tierra?

¿Tal fusión, esa que se plantea como resultado, señala un punto de reunión equivalente, uno que permita decir, por ejemplo, que este país es bilingüe o ha introducido una distinta idea de propiedad en su modelo económico? …

 

Ver columna completa en opinion.cooperativa.cl

 

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